
JOSE MANUEL CORDOBÉS DELGADO
Publicado en la Revista Vera+Cruz de 2019
Se desconoce con precisión el momento concreto en el que se incorpora la advocación de Cristo Resucitado a la Hermandad de la Vera-Cruz de Setenil. De hecho, gracias a las crónicas documentales conservadas en el archivo de la Hermandad, se sabe de la importancia de este día, el cual tras finalizar la procesión, se realizaba el tradicional cabildo de cuentas y el cambio de mayordomo que estaría al frente de la Hermandad hasta el año próximo. Gracias a esta interesantísima documentación, hemos podido saber algunos datos de esta imagen cristífera y la fecha aproximada de su incorporación a la Hermandad de los blancos.
En los inventarios fechados en octubre de 1718 y abril de 1851, se hace una mención al Cristo Resucitado existente en la ermita de San Sebastián, aunque no da más datos al respecto. De esta escueta información podemos confirmar de la existencia de la advocación de Cristo Resucitado en la Hermandad, desde hace 300 años.

Aunque en el Cabildo de abril de 1903, nos explica que la talla fue «retocada» un año antes por José Pérez Benítez, secretario de la Hermandad, tenemos que irnos al inventario de 1906 para contarnos con seguridad lo poco que se sabe de esta talla cristífera. En él, nos dice que fue realizada en 1791 en la ciudad de Sevilla, siendo su coste de 600 reales. La imagen, traída por Francisco Ordóñez, llegó a Setenil el 15 de abril de 1791, siendo bendecida días después, concretamente el 18. En el referido inventario también hace mención a unas andas para procesionarlo.
Se desconoce con seguridad si esta fue la imagen que desfiló por las calles de Setenil durante siglos hasta el fatídico 1936, ya que existen hipótesis orales de que existía otro resucitado en la parroquia, algo bastante improbable pues la referida imagen no aparece reflejada en ningún inventario anterior a 1936, ni tampoco aparece como talla destruida en 1936. Por tanto se puede corroborar con absoluta seguridad de que estamos hablando de la misma talla que se adquirió en 1791. Es decir, estamos ante una imagen con más de 225 años de antigüedad.
Todo ello, hace llevarnos a la conclusión de que la talla del Resucitado se encontraba todo el año en la Ermita de San Sebastián, procesionando desde allí el Domingo de Resurrección junto a la Virgen del Rosario, que sí lo hacía desde la parroquia. No se tiene constancia de una fecha concreta a partir de la cual se incorporara la iconografía del Resucitado al Domingo de Resurrección, aunque sí hacía desde principios del siglo XIX por lo que intuimos que ya en esa época la acompañaría el Señor Resucitado.
Los tristes sucesos de 1936 hicieron que la talla de pequeño formato, la cual tenía altar propio en la ermita de San Sebastián, fuera ocultada junto a otros enseres y ornamentos por unos primos de la madre de Cándida Marín, quienes lo enterraron en un maizal envuelto en mantas, salvándose así de una segura destrucción.
Ya en la postguerra se decidió comprar una talla nueva, pues la primitiva a pesar de haberse salvado era muy pequeña y estaba muy deteriorada. De hecho, no se tiene constancia de que haya procesionado tras la guerra.

La actual talla del Señor Resucitado fue comprada por Miguel Domínguez, más conocido como «Miguelito», gran devoto de esta imagen y muy involucrado con la celebración del Domingo de Resurrección, día de júbilo y alegría para todos los setenileños y en especial para el cristiano.
El icono cristífero, de formato académico (1,20 m aprox), es una talla seriada de pasta de madera realizada en los talleres de «Arte Cristiano» de Olot (Gerona), siendo adquirida a finales de los años 40. En el aspecto iconográfico, presenta a Cristo mirando al cielo, vestido con túnica, con el tradicional estandarte en su mano izquierda, mientras bendice al pueblo con su mano derecha. En torno a 1955, la imagen fue restaurada por un pintor de Baena, llamado Vicente Piernagorda, quien se casó con la setenileña Josefa Aguilera. Fue de nuevo restaurado por el escultor Rafael Ruíz Liébana en su taller ubicado en la colonia de Santa Inés de Málaga, en la década de los 80. Por último, en 2007 fue de nuevo intervenido. En esta ocasión por David Becerra Domínguez, natural de la cercana pedanía rondeña de Los Prados.
En cuanto a la primitiva imagen del Señor Resucitado, actualmente en la parroquia, como se mencionó anteriormente, fue realizada en Sevilla 1791 y puedo encuadrarla como una imagen de la escuela sevillana de finales del siglo XVIII, muy cercana a la producción de Pedro Duque Cornejo, aunque su gran deterioro hace muy difícil su estudio.
Bajo mi punto de vista, esta imagen con un pésimo estado de conservación, debería de ponerse en valor, siendo restaurada adecuadamente, recuperando el esplendor perdido, incluso devolviéndola al emplazamiento original de San Sebastián. Es justo y necesario.



















