Lo que no se ve: la vida interna de la Hermandad y la meticulosa organización de las procesiones

LINA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
Reportaje fotográfico: MARÍA GJ

Para poner en movimiento a las más de 800 personas que participan en una procesión, entre penitentes, mantillas, costaleros, personas que van acompañando al trono, músicos, personal de protocolo y representantes institucionales y militares, se requiere de un exquisito trabajo previo de coordinación y planificación, repletos de contactos, encuentros, llamadas, correos, montaje de tronos, limpieza de enseres, ornamentación floral y reuniones que forman parte de un enorme iceberg, cuyo extremo visible, y culmen, tiene lugar durante las procesiones los días de Semana Santa.

Cada detalle y decisión se acuerdan en la reuniones que se vienen llevando a cabo a lo largo del año, así como el encuentro de costaleros, mantillas y la reunión de penitentes del Viernes Dolores, donde se distribuyen los enseres. Pero detrás de cada decisión y acuerdo, hay una planificación y un organigrama complejo, que parte de un periodo de análisis y reflexión de los aspectos a mejorar de la Semana Santa anterior. Cuenta, además, con un estudio minucioso del recorrido, los tiempos de paso y las paradas previstas de los tronos, todo ello en coordinación con lo capataces y personas responsables de la procesiones.

En conclusión, detrás de cada procesión, hay un lado invisible que es esencial. La aparente espontaneidad del evento, es, en realidad, el resultado de una organización meticulosa y apasionada que persigue honrar a la fe, devoción, tradición y singularidad de nuestra Semana Santa, gracias a un engranaje humano que tras un incansable trabajo sincronizado permite que la Semana Santa sea una celebración anual donde nuestra Hermandad en solo cuatro días logre sacar cuatro procesiones, permitiendo preservar siglos de tradición y de fe, a los que hay que añadir lazos de unión, amistad y Hermandad.

«TRABAJOS OCULTOS».
En la Santa Vera+Cruz realizamos muchos “trabajos ocultos” necesarios para cumplir conseguir las salidas profesionales en nuestra Semana Santa, que requieren de la colaboración de todos los hermanos y hermanas, dándole un especial protagonismo al Grupo Joven del que me siento parte y enormemente orgullosa, de ver cómo desde el más pequeño hasta el mayor trabajan y se implican en la hermandad. Así podemos garantizar el futuro de Los Blancos. Son muchas horas de trabajo las que algunos hermanos y hermanas le dedican a su segunda familia, que es la hermandad, durante todo el año, no solamente cuando llega Semana Santa. Son horas que se quitan a su vida personal para dedicarlas al fervor y a la devoción que tienen por nuestros titulares.

Con el trabajo de todo el año y, sobre todo durante la cuaresma, se crean varios grupos de trabajo formados por adultos que a la vez implican e incluyen a jóvenes para que nos formemos en el ámbito que vamos a desarrollar. Es el caso de los penitentes: llevo algunos años formando parte tanto de la comitiva de organización de las salidas procesionales como del reparto de enseres que se lleva a cabo en nuestra reunión de penitentes. Este trabajo parece fácil, pero es complicado: repartir a niños/as los enseres y que se vayan o no contentos es algo que nos corroe y que no todos los años podemos decir que ha salido bien. Pero que luego te llena de satisfacción al ver que ese trabajo realizado ha merecido la pena.

Los Tronos: la preparación, limpieza, y montaje de nuestros tronos para poder salir a la calle y procesionar es otro de los “trabajos ocultos” que hay dentro de una hermandad. Estos hombres, con el lema de “tranquilidad”, saben dónde va cada tornillo y hacer un perfecto montaje de nuestros titulares. Sin ellos, nuestras salidas profesionales serían imposibles.

Flores y cera: el embellecimiento de los tronos y, por tanto, de nuestras imágenes, es otro de los trabajos importantes dentro de una hermandad. Un grupo de mujeres se encargan de las flores y de la cera que adornan los mismos. Y, aunque luego participemos en esto varias personas, son ellas las que nos dicen cómo hacerlo y dónde colocar corchos para la buena sujeción de las flores, entre otras cosas.

Enseres y patrimonio: esto es un poco más “visible”. Hay mucho trabajo detrás, enseres, ropa, faldones de tronos. Todo tiene que estar preparado para relucir en nuestras procesiones. Dentro de este ámbito me atrevo a incluir también la preparación y limpieza de la casa de hermandad. Me atrevo a hablar incluso de los viajes que se realizan dentro de una hermandad ya sea para recoger o llevar enseres a arreglarlos, por invitación a actos militares, viajes anuales, para firmar un contrato de una banda de música… Esto también necesita de implicación y trabajo por parte de un grupo de personas dedicadas a ello que no se ve pero que es importante.

Por ello, desde aquí me gustaría agradecer a todas estas personas, hombres, mujeres, jóvenes y niños/as que luchan y trabajan día a día, para que nuestra hermandad funcione de esta forma y por llevar a Los Blancos a lo más alto, por dejarme ser parte de esta hermandad y por ser partícipe de ella. Agradecer de forma especial a mi padre, Rodrigo Fernández Cubiles, porque él es uno de los hombres de nuestra hermandad que trabaja día a día por la misma para que todo vaya en correcto funcionamiento y porque gracias a él, he aprendido el verdadero significado de la palabra Hermandad.

Encuentro de penitentes el Viernes de Dolores de 2025.

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