CARMEN GUERRERO
Periodista en Tele Alcalá
Publicada en la Revista Vera+Cruz 2022
Josefina Villalón nació en 1947 en Setenil. Es la mayor de tres hermanos, Antonio y Sebastián; madre de un hijo, Alonso; y abuela de José Antonio y Juan Nicolás. Su amor, pasión y trabajo por la Hermandad han sido el centro de su vida.
Josefina, ¿Cuál es tu vínculo con la Hermandad de la Santa Vera Cruz?
Mi vínculo con la Hermandad es de muy arraigada tradición, de mis padres y de mis antepasados. En los libros de actas de siglos anteriores existen apellidos que evidencian con los míos como son Sebastián Villalón Vílchez y Sebastián Villalón Moreno, miembros de la Junta de Gobierno. Por eso quizás lo llevo en la sangre y en mis genes.
¿Qué recuerdos tienes de la Semana Santa de tu infancia?
Desde niña he trabajado en todo lo que se podía hacer en aquel tiempo. Recuerdo a mi padre vestirse de nazareno, un gran hombre lleno de humildad y gran corazón que me enseñó a amar y respetar esta gran Hermandad de la Santa Vera Cruz. Él asistía con su familia a los oficios del Jueves Santo, recibiendo los sacramentos de la Penitencia y Eucaristía. Eso no lo olvidaré nunca. Por otro lado, la familia de mi madre, que eran muchos hermanos, también se vestían para el lavatorio. Tenían unos calcetines con medio pie fuera hecho de crochet para no tener que quitárselos. Esa ceremonia era la misma que Jesús hizo con sus discípulos en la última cena.
Y a lo largo de tu vida, ¿cómo has vivido la Semana Santa?
Aunque habrá católicos mejores que yo, soy muy católica; soy pecadora, pero todos tenemos faltas. Para eso está el pedir perdón a Dios y a las personas que ofendes. A lo largo de mi vida, Dios ha sido primordial en mi ser y en mi familia. Igual que se en qué lugar está mi querida Hermandad, significa tanto para mí que doy mi vida por ella.
¿Cuál ha sido tu labor dentro de la Hermandad?
A día de hoy con lo mayor que soy, mi cuerpo no resiste como antes, pero mi espíritu sigue siendo como cuando era joven. He luchado y he trabajado en todas las facetas que conlleva una hermandad. Siempre he estado muy vinculada a ella. He perdido muchas horas de sueño trabajando de noche junto a Cándida, Mari Robles, Loli Cubiles y muchas más hermanas que nos ayudaban. En la casa de mi prima María, que tenía un taller de costura, hemos hecho capas, túnicas, capirotes… También he limpiado, arreglado tronos, etc. Además, vendía flores para los enamorados, para los difuntos, pases de modelos, rifas, vendía sangría y gazpacho para la romería. Hemos hecho lo inimaginable para recaudar fondos. Hemos sufrido, pero también hemos reído mucho. Cuando llegaba el Domingo de Resurrección nos alegrábamos por lo bien que lo habíamos hecho.
¿A qué titular le tienes más devoción? ¿Por qué? ¿Qué procesión te gusta más?
A mi Cristo de la Vera Cruz. También a mi “Amarrao”. Pero… ¿en qué lugar dejo a mis Vírgenes? La de los Dolores siento pasión por ella, pero como camarera de la Virgen del Rosario no la puedo dejar atrás.
Y en cuanto a procesiones, ¿cuál te emociona más?
La procesión que más me emociona y siento más devoción es la del Silencio. Ver pasar al Cristo con túnica solemne y crespones negros, el rezo y ese canto, con la luna llena y las estrellas… ya muerto por nuestros pecados y que lo traen a hombros despacito. ¡Qué bonita es la procesión del Silencio!
Eres camarera de la Virgen del Rosario, ¿desde cuándo y de dónde procede esta responsabilidad
La Virgen del Rosario era de la familia de mi marido. Él tenía pasión por ella y por eso soy su camarera desde hace 54 años. Ha habido más Vírgenes del Rosario, pero se estropearían en las guerras. Esta que tenemos ahora la compró el abuelo de mi marido en Madrid, José Sánchez. Es una talla magnífica del gran escultor y catedrático Juan Manuel Miñarro. Tiene dos niños. El más antiguo no sé cuántos años tendrá, pero según sus vestimentas tiene siglos. Sobre la Virgen del Rosario de la actualidad no existe documentación, pero la corona la hizo un orfebre de Olvera en 1866.
Una vez llega el Jueves Santo, ¿cuál es tu día a día? ¿Qué haces?
Desmontar todo, limpiar, guardar y empezar a trabajar para el año siguiente. No descansamos.
Tu hijo y nietos son blancos como tú, ¿no?
Mi hijo se vistió por primera vez con nueve meses y no ha estado ni un año sin vestirse. Y mis nietos decidieron sus padres que fueran blancos, para mí fue una gran alegría.
Este año te han hecho un reconocimiento, ¿Cómo describirías ese día? Yo no lo esperaba ni nunca hubiera imaginado que me hicieran algo así. Cuando se hace una cosa por amor, no esperas nada. Una madre nunca espera reconocimiento de sus hijos porque lo hace por amor, así lo he sentido yo. No obstante, para mí fue muy gratificante. Llevaban tres meses preparando y no me enteré de nada. Ese día hacia 54 años de camarera y de casada. Cuando el Señor Obispo dijo que era un homenaje, yo nunca pensé que fuera para mi. Recuerdo que cuando subió mi querido Hermano Mayor, Sebastián Luque, y nombró mi nombre me puse a llorar porque para mi fue una cosa insólita.
¿Qué fue lo que más te emocionó?
No tengo palabras para describirlo, desde que entraron los monaguillos, los acólitos, los sacerdotes, el obispo y la soprano me gustó todo. Me emocionaron las palabras del obispo, del Hermano Mayor, mi familia y la Junta de Gobierno. Ya en la comida los que me hablaron y, sobre todo, me quedo con las palabras de cariño de aquellos que no pudieron venir y me hicieron un vídeo. Fue muy emotivo, no lo olvidaré nunca. Yo le decía al Señor “Yo no me merezco tanto, Tú eres Dios y el reconocimiento tuyo fue la muerte en Cruz”.
También fuiste pregonera de la Hermandad, ¿Cómo lo viviste?
Tampoco me lo merecía, hay muchas personas que podían hacerlo mejor que yo. Pero mi más profunda alegría y sincera gratitud a la Junta de Gobierno, con Sebastián Luque al frente. Fue para mí una honrada misión expresar lo que sentía y siento por esta grandiosa Hermandad. Y cómo no, enaltecer la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
¿Cómo ves el futuro de la Hermandad?
Desde el 1551 que fue fundada la Santa Vera Cruz se viene procesionando todos los años. Los distintos acontecimientos a lo largo de la historia no la han suspendido, llevando a nuestro Cristo como expresión de fe. Sin embargo, no podemos olvidar que nosotros, los mayores, tenemos que seguir inculcando estos valores a la juventud venidera, para que sigan los pasos de sus antepasados.
Gracias Josefina por estas bonitas palabras hacia tu Hermandad, la Santa Vera Cruz, a la que le tienes un gran amor. Que tu lucha, trabajo y fe sigan latentes durante muchos años más.
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